Mantener a las personas más pequeñas de la casa entretenidas ha sido una de las cuestiones que ha circulado por redes sociales estos días. Se han hecho virales juegos, cuentos y explicaciones de la situación para esta población. Pero las familias con descendientes adolescentes se enfrentan también a un gran reto.
Desde Suspertu hemos creído conveniente acompañar a estas familias ayudando a manejar la situación. Si para cualquier persona esta situación es estresante, para la población adolescente puede serlo aún más. Las personas jóvenes tienen una percepción del tiempo diferente a la nuestra. Para ellas 15 días son simplemente, muchos, demasiados días. La capacidad para tomar decisiones está más basada en las consecuencias a corto plazo positivas, es decir en la inmediatez, con lo que la frustración de no poder hacer lo que les apetece va a ser mayor. Además en este momento evolutivo tenemos cierto egocentrismo que no egoísmo, y el grupo de iguales es el entorno de socialización principal. Comprender estas cuestiones va a hacer que como personas adultas nos acerquemos a la vivencia de nuestros/as adolescentes de diferente manera.
No podemos salir de casa, y esto no es negociable, pero si entramos en el conflicto y en la imposición puede que nuestra tarea como padres y madres y la convivencia se tornen más difíciles. Quizás es mejor estrategia devolverles la responsabilidad a nuestros/as hijos e hijas. Creer en su capacidad de juicio crítico, de compromiso. Darle cierta ceremonia si es preciso, o desde la cercanía y la complicidad. Devolver a nuestros/as adolescentes que confiamos en ellos/as. Que hay un momento en la vida en el que se empiezan a hacer las cosas simplemente porque están bien, porque son lo correcto, no porque alguien te lo mande. Y que ese momento es ahora, que la sociedad en su conjunto cuenta con ellos/as y que nosotros/as como padres y madres sabemos el esfuerzo que supone pero no dudamos que saben distinguir lo correcto y lo van a hacer.
Durante la cuarentena es importante para todas las personas ser flexibles y mantener la rutina. Realizar ejercicio físico y mantener hábitos de higiene. Limitar la exposición a noticias a momentos puntuales del día y mantener un espacio y tiempo al día para nosotros/así mismas/os. Además, como madres y padres de adolescentes nos puede ayudar establecer un horario de hábitos básicos negociado: ¿A qué hora nos vamos a levantar? Ser más tolerantes y sensibles a las emociones pero firmes manejando las posibles situaciones de enfado, frustración o conflicto entre hermanos/as.
Es importante que todos los miembros de la familia puedan mantener el contacto con su red social, incluso quizás es un buen momento para que nos pongan al día en nuevas tecnologías y que nos faciliten el contacto a través de las redes que tanto dominan. También participar de los rituales sociales compartidos como salir al balcón.
Es un buen momento para retomar el cooperar en familia, para sacar viejos álbumes de fotos y contar historias. Se pueden recuperar juegos de mesa o interesarnos por sus juegos, sus aficiones y sus intereses. Puede ser un momento de reencuentro, de juegos de mímica y vídeos de youtubers o partidas a la videoconsola en familia. Podemos jugar a que cada miembro elige una noche temática o acordar vuestra propia cartelera de actividades en familia. Aprovechar para hacer limpieza en familia, cocinar, realizar actividades cotidianas que en el día a día no nos podemos permitir. Programar estas actividades ayudará a mantener objetivos y cuando hay una meta es más fácil andar el camino.
Podemos hablar de lo que no se habla, reencontrar a nuestros hijos e hijas como personas adultas y darles la oportunidad de que nos conozcan también como personas con otra mirada. Acercarnos a ellos/as desde la curiosidad y el interés genuino de cómo van a gestionar una crisis que les va a poner a prueba. Sin cuestionarles, descubriendo y observando qué recursos tienen, como es su razonamiento, cuáles son sus mecanismos. ¿Minimiza la situación? ¿Está preocupado? ¿Más nervioso? Se trata de algo nuevo tanto para personas adultas como para adolescentes. Podemos hablar sobre esto de igual a igual, aceptando su punto de vista desde su experiencia vital y ofreciéndoles el nuestro sin confrontación, desde el respeto a la diversidad y entendiendo que su realidad es simplemente diferente. Guiándoles hacia la aceptación y el compromiso con sí mismos y la sociedad. Legándoles ese valor de la responsabilidad social, del sentido de pertenencia, de comunidad. La importancia de cooperar, la solidaridad.
He leído estos días varías reflexiones sobre cosas que podemos aprender de esta situación. Lo cierto es que de toda crisis surge una oportunidad de crecimiento y quizás de esta muchas familias adolescentes puedan evolucionar a una relación más cercana y de mayor confianza.
Sara Mendizabal Rodrigo
Psicóloga del Programa Suspertu